Bateares [
ba-te-a-res]
- Es una
conjugación del
verbo batear. Si lo desea puede consultar la
conjugación completa del verbo batear.
Archipiélago
del Mediterráneo
occidental, que constituye
una provincia español ; está formado
por Mallorca
con las pequeñas islas de
Cabrera, Conillera y los islotes de Redona,
Plana, Foradada, La Dragonera; Menorca y los islotes de
Colom,
del Aire; e Ibiza
con la
isla de Formentera y los islotes de Tagomago,
Santa Eulalia, Espardell, Espalmador, Vedrá, Espartell,
Bosque, islas Bledas y Sa Margalida; 5014 km
2 y 558 300 h.
Su capital es
Palma de Mallorca y otras ciudades importantes
son Artá,
célebre por sus cuevas,
Alcudia,
Andraitx, Felanitx,
Inca, Lluchmajor, Manacor,
Muro, Pollensa, La Puebla, Sóller y Valldemosa, en la
isla de Mallorca;
Alayor,
Ciudadela y Mahón, en la de Menorca; Ibiza, en la
isla homónima. El
archipiélago es
una prolongación del sistema Ibérico peninsular, resultado
del hundimiento que
se produjo
antes de la
era terciaria; el
relieve varia de
una isla a
otra. La
altura máxima se encuentra en Mallorca
con el
pico de Puig Major (1452 m), perteneciente a la
sierra Tramuntana. Las costas
son en
general poco recortadas, altas y rocosas,
aunque hay playas de
arena y calas de
gran belleza. El
clima es mediterráneo.
Agricultura,
con cultivos de
secano (cereales, algarrobos, almendros, higueras, olivos, albaricoques y agrios) y de
regadío (esencialmente patatas tempranas);
ganadería de
cerda,
lanar y vacuna; yacimientos de
lignito en Mallorca. Industrias derivadas de los productos agropecuarios; manufacturas de
cuero, calzados, industria
textil y muebles.
Su fuente principal de
riqueza es el
turismo nacional e
internacional. Los baleáricos hablan formas dialectales
del catalán. →balear.
islas
- Historia Mallorca y Menorca contaron
con una población fija desde la
Edad del Bronce,
aunque el
archipiélago en
general era más bien una escala de los navegantes dedicados al
comercio. La
aparición de los fenicios y la
simultánea decadencia del comercio de los metales dieron
cierta libertad de
acción a las islas, en las cuales
se desarrolló
una cultura propia (
talaiots, taulas y navetas). En 122 a. C. los romanos conquistaron y poblaron Mallorca y Menorca; en 70 a. C., el
archipiélago pasó a
ser provincia romana. En 426 las islas fueron ocupadas
por los vándalos y en 554,
por los bizantinos. Pese a estas dominaciones, las Baleares gozaron en
general de
amplia autonomía. En 902,
después de
haber sufrido múltiples incursiones y saqueos
por parte de los musulmanes, éstos conquistaron el
archipiélago, que dependió
hasta 1015
del califato de Córdoba; de 1015 a 1080,
del rey de Denia, y en
adelante, alcanzó
una independencia práctica y
se convirtió en
base de corsarios. En 1115, la
república de
Pisa y el
condado de
Barcelona ocuparon
por breve tiempo Mallorca e Ibiza; los isleños pidieron
auxilio a los
almorávides y las fuerzas cristianas
se vieron obligadas a retirarse,
no sin antes realizar un concienzudo saqueo y
arrasar la
ciudad de Mallorca.
Bajo los
almorávides, y
luego con los
almohades, las Baleares
se convirtieron en
verdadera potencia económica y
militar. En 1229 la
estrategia, la
seguridad comercial, el
prestigio y el
seguro botín impulsaron a Jaime I de
Aragón a apoderarse de las islas. Fueron repobladas
por catalanes,
pues sus antiguos habitantes las abandonaron o fueron esclavizados, y las tierras
se repartieron
entre los porcioneros
del rey. A la
muerte de Jaime I
se creó el
reino de Mallorca —que incluía las Baleares, el Rosellón, el
Conflent y la Cerdaña—,
pero su existencia fue
efímera,
ya que en 1343 volvió a la
Corona de
Aragón. Los beneficios obtenidos
con la
actividad marinera y el
desigual reparto de la
tierra crearon rápidamente
una aristocracia mercantil y
terrateniente, que
se concentraba en las ciudades; éstas
se enriquecieron
con rapidez, en
tanto que el
campo quedó estancado. Esta situación
se tradujo en repetidas sublevaciones, las
más importantes de las cuales
se dieron en tiempos de
Alfonso II y de
Carlos I (en 1521 tuvo
lugar la
rebelión popular de las germanías, rápidamente yugulada).
Tras el
descubrimiento de
América, las Baleares iniciaron
un periodo de
decadencia que
se prolongó
hasta fines
del siglo XVIII.
Durante la
guerra de Sucesión, Menorca fue ocupada
por los ingleses, los cuales crearon
un modelo de desarrollo que fue imitado en el
resto del archipiélago;
sin embargo, esta
obra quedó frustrada
por la
mala administración española (Menorca volvió a España en 1802). Las Baleares conocieron a
partir de la
guerra de la
Independencia un periodo de
auge, que terminó al
destruir la
filoxera los viñedos franceses y al derrumbarse el
comercio ultramarino.
Desde entonces, las Baleares
se han especializado en
extremo,
hasta un punto realmente
peligroso, en la industria turística.
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