cruzada [
cru-za-da]
(Esta palabra proviene del participio de cruzar).
[participio pasado] de
cruzar.
- [adjetivo] [sustantivo] Dícese
del que tomaba la
insignia de la
cruz, alistándose
para alguna cruzada.
- Dícese
del caballero que trae la
cruz de
una orden militar.
- [adjetivo] Dícese de
animal nacido de padres de distintas castas.
- En
heráldica, dícese de las piezas que llevan
cruz sobrepuesta.
- [sustantivo masculino]
Moneda antigua de
Castilla,
con una cruz en el
anverso, que
con plata de
baja ley mandó
acuñar Enrique II.
- Ant.
moneda de
Castilla, de
vellón, acuñada
por Enrique II.
Aunque en la
estampa de la
moneda no había
ninguna cruz, tomó el
nombre a
imitación de las de
plata acuñadas en la
misma época.
- Excelente de la
granada,
moneda que llevaba
una cruz en el
anverso.
- Moneda de
plata, de Portugal.
- Postura en la
guitarra, que
se hace pisando las cuerdas
primera y
tercera en el
segundo traste, y la
segunda en el
tercero.
- Mudanza que hacen los que bailan, formando
una cruz y volviendo a
ocupar el
lugar que
antes tenían.
[sustantivo femenino]
Cada una de las expediciones religio-somilitares emprendidas
por reyes, papas y nobles de la Europa
medieval para rescatar los Santos Lugares: Jerusalén,
Belén y Nazaret. Fueron
ocho, situadas cronológicamente
entre 1090 y 1270. A mediados
del siglo XI, los turcos seljúcidas, pueblos mongoles procedentes
del Turquestán, capturaron Jerusalén (1078), ocuparon
Anatolia parcialmente y amenazaron el
imperio bizantino.
Por este motivo, Alejo I pidió
auxilio al
papa Urbano II.
Por otra parte,
un monje francés, Pedro el
Ermitaño, que había peregrinado a
Tierra Santa, refería a
su regreso las penalidades que sufrían los cristianos
bajo los turcos. El
papa convocó
una c. de la
cristiandad para liberar los Santos Lugares, en el
concilio de Clermont (1095);
mientras, el
ermitaño recorría Italia, Francia y
Alemania arrastrando a las gentes a
dejar sus hogares y seguirle.
Ahora bien,
además de los motivos religiosos y caballerescos, otros factores facilitaron el
éxito de las c. La Europa
del siglo XI había restablecido el
dominio del Mediterráneo
occidental por los cristianos y consideraba que la
expedición armada podría
ser una garantía para que el
enemigo no turbara en
lo sucesivo
su floreciente comercio.
Por otra parte el
afán de riquezas —Oriente
era símbolo de
lujo y esplendor—, el
deseo de librarse de la
tiranía feudal por parte de muchos campesinos, la
oportunidad para muchos deudores de zafarse de los acreedores y
para muchos delincuentes de
eludir la
justicia, fueron
también motivos determinantes de tales expediciones.
Primera C. (1096-1099): millares de campesinos, dirigidos
por Pedro el
Ermitaño y algunos de
sus más fervientes discípulos (Gualterio Sans Avoir, Godescalco) atravesaron Europa, en
dirección a
Constantinopla, saqueando a
su paso campos y ciudades. Muchos fueron muertos en Hungría y en el
mismo imperio, en escaramuzas
con las tropas enviadas a
contener sus desmanes. El
grupo más numeroso,
mandado por el
mismo Pedro, pasó a
Anatolia,
pero,
mal armado y
carente en
absoluto de
disciplina, fue
presa de
pánico y aniquilado en el
primer encuentro con los sarracenos, en Civetot. En 1099
un verdadero ejército, capitaneado
por Bohemundo de Tarento, Raimundo de Tolosa, Godofredo de
Bouillon y otros jefes, conquistó Edesa, Nicea,
Tarso,
Antioquia y Jerusalén; Godofredo de
Bouillon fue
nombrado protector del Santo Sepulcro.
Segunda C. (1147-1149): predicada
por san Bernardo de
Claraval y dirigida
por Conrado III de
Alemania y Luis VII de Francia, fracasó
después de
sitiar inútilmente
Damasco.
Tercera C. (1189-1192): predicada
por el
arzobispo de
Tiro, al
caer Jerusalén en manos
del sultán Saladino. Dirigida
por Federico I
Barbarroja de
Alemania. Ricardo
Corazón de León de Inglaterra y Felipe II
Augusto de Francia. Al
morir ahogado Federico I, Felipe II y Ricardo
se disputaron la
entrada en
San Juan de
Acre.
Tras la
retirada de Felipe, y pese a
conquistar San Juan de
Acre y Chipre, Ricardo
se vio obligado a
pactar con Saladino.
Cuarta C. (1202-1204): predicada
por Inocencio III y dirigida
por Balduino IX de Flandes y
Bonifacio II de Monferrato, que
para afrontar recursos debieron ponerse al
servicio de Venecia.
Después de
conquistar Zara, marcharon
sobre el
imperio bizantino, saquearon
Constantinopla y crearon el
imperio latino de
Oriente,
del que Balduino fue el
primer rey. En 1212 tuvo
lugar el
episodio llamado
c. de los niños, eco de la
primera c.
popular.
Multitud de niños franceses y alemanes siguieron a algunos predicadores exaltados; muchos fueron vendidos en Egipto
como esclavos.
Quinta C. (1219-1221): predicada
por el
papa Inocencio III y
por su sucesor Honorio II, y dirigida
por Juan de Brienne,
rey de Jerusalén, y
Andrés II de Hungría, que intentaron
conquistar,
sin éxito, Egipto y Siria.
Sexta C. (1228-1229): organizada
por Federico II de
Alemania, a
quien los turcos entregaron Jerusalén
por el
tratado de Jaffa.
Séptima C. (1248-1254): la dirigió Luis IX,
rey de Francia,
como consecuencia de la
conquista de los Santos Lugares
por tribus turcas, en 1244; los cruzados conquistaron Damieta
pero más tarde Luis IX cayó
prisionero y tuvo que
entregar,
como rescate, la
misma ciudad.
Octava C. (1270):
también dirigida
por san Luis de Francia. Desviándose de la
ruta de Palestina, intentó
conquistar Túnez,
pero una epidemia de
peste diezmó el
ejército, y el
propio rey murió. Al retirarse las tropas francesas, fueron cayendo en manos de los turcos todas las ciudades de Palestina.
Con la
pérdida de Ptomais (1291) termina el periodo de las c.
- Tropa que iba a estas expediciones.
- Concesión de indulgencias que el
papa otorgaba a los reyes que sostenían tropas
para guerrear contra los musulmanes, y a los que contribuían
para mantenerla.
- Encrucijada.
- [figurado]
Campaña en pro de
algún fin.
[sustantivo femenino]
Cada una de las
ocho expediciones de cristianos
contra infieles en la
Edad Media.
- Campaña.
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