astronáutica [
as-tro-náu-ti-ca]
(Esta palabra proviene del francés astronautique, y este deribada del griego ἄστρον, estrella, y ναυτική, arte de navegar).
[adjetivo] Perteneciente o relativo a la
astronáutica.
[sustantivo femenino]
Ciencia y
técnica de los viajes
por los espacios interplanetarios, interestelares e intergalácticos.
Se apoya en la
física, la
química, la electrónica, la
mecánica celeste, etc.
Trata de la
construcción de los vehículos destinados a
recorrer el
cosmos, de
su despegue,
trayectoria y aterrizaje. Estudia el
modo de
vencer la
resistencia de la
atmósfera y la
fuerza de
atracción de la
Tierra o
del astro desde el que
se despegue.
Se ocupa, en resumen, de cuantos problemas —técnicos, cósmicos, geofísicos y biológicos— presenta la
navegación espacial. Ésta
sólo fue
posible cuando se creó la propulsión
por reacción a
base de motores cohetes capaces de
prescindir del aire y de
impulsar la
astronave a
una velocidad superior a 40000 km/h, o sea, la
llamada velocidad de escape, imprescindible para poder liberarse de la
fuerza de
atracción terrestre. Estos motores cohetes trabajan
mediante propulsión
química,
una mezcla de
combustible y
comburente,
llamada propergol, que facilita la
combustión cuyo chorro de gases, al
salir a
gran velocidad por las toberas eyectoras
del cohete, procura el
impulso necesario para que el
ingenio sea despedido a
gran velocidad en
dirección opuesta. Superada la
fuerza de
atracción de la
Tierra, el
vehículo entra en
vuelo libre,
su consumo de propergol puede reducirse a la
nada y
su trayectoria prosigue, de
acuerdo con el
rumbo fijado previamente
por los cálculos de los técnicos. En el
espacio exterior no hay prácticamente
resistencia aerodinámica ni fuerza gravitatoria,
por lo que la
velocidad de
un cuerpo que
avance por allí seguirá aumentando
mientras los motores continúen en
marcha.
Si éstos interrumpen
su impulso, el
cuerpo móvil mantendrá
una velocidad constante.
Para el aterrizaje de la
astronave se aprovecha el
rozamiento de la
atmósfera, que actúa a
guisa de
freno, complementándolo
con el
empleo de retrocohetes.
Se han utilizado
también cápsulas recuperables,
con cohetes y
paracaídas en la
parte final del descenso. En los viajes
por el
espacio, los peligros que acechan al
hombre y que pueden
afectar su organismo son de orígenes diversos:
aceleración y retardación, ingravidez, variaciones de
presión ocasionadas
por las grandes velocidades,
claustrofobia producida
por la
reclusión prolongada en recintos herméticos y reducidos, dificultades alimenticias, fenómenos térmicos, meteoritos, radiaciones cósmicas, ultravioleta, ionizantes, etc. Las astronaves lanzadas al
espacio pueden
ser automáticas o tripuladas. Las primeras llevan a
bordo aparatos registradores y emisoras de
radio para enviar a las estaciones de
seguimiento los datos recogidos. Las hay de
comunicación (Eco, Telstar, Courvier, Syncom, Early Bird), auxiliares de
navegación (TransitIB), geodésicas (Anna, Beacon, Explorer, Geos, Pageos), de
observación de los recursos terrestres (Ers), de
aplicación tecnológica (ATS), meteorológicas (Tiros, Nimbus, Meteor), de investigación espacial (Zond,
Cosmos, Intercosmos, Explorer, Skylab,
Azur, Marte), militares (Midas), etc. Las tripuladas,
por su parte, han permitido al
hombre realizar vuelos orbitales y
llegar a la
Luna.
Historia Aparte mitos, leyendas y
literatura,
consecuencia imaginativa de la
preocupación del hombre por la
conquista del espacio, la a.
científica empezó a concretarse,
aunque sólo en
plan teórico, a finales
del siglo pasado,
mediante los trabajos
del alemán Ganswindt, a los que siguieron los
del ruso Ziolkovski, que proyectó en 1903
un ingenio espacial
con motor cohete alimentado a
base de
combustible líquido, el francés Esnault-Pelterie y los
alemán Oberth y Sängert. De los estudios y elucubraciones
se pasó a la práctica: en 1930
se creó el
primer campo de
ensayo de cohetes, en Reinikendorf,
aunque los estudios astronáuticos
no empezaron a tomarse verdaderamente en
serio hasta 1945,
después de que, en el
curso de la II
Guerra Mundial, W. von
Braun creara en Peenemünde la V-2. Fundada en 1950 la
Federación Internacional de
Astronáutica,
cuando celebraba
su VI
Congreso anual, los EE UU anunciaron que pensaban
colocar en
órbita,
durante el
Año Geofísico
Internacional de 1957,
un satélite artificial.
Sin embargo, los rusos fueron quienes, adelantando los acontecimientos, lanzaron al
espacio, el 4
octubre de
dicho año,
su Sputnik I,
seguido al
cabo de
un mes por el Sputnik II,
colocado en
órbita terrestre el 3
noviembre y que llevaba a
bordo la
perra Laika, al
objeto de
estudiar por primera vez el
comportamiento de los seres vivos en el
espacio. El
animal falleció,
tras permanecer en
órbita cerca de
cien horas. El
primer ingenio orbital estadounidense fue el Explorer 1, lanzado el 31.1.58,
tras varios intentos fallidos
del Vanguard. Iniciada
ya la
carrera del espacio, la URSS lanzó, en
agosto de 1958,
un cohete con dos perras, a las que
se logró
rescatar con vida. A los satélites terrestres sucedieron los cohetes
hacia la
Luna y, en
enero de 1959, la URSS envió el
Luna I, que erró el
blanco y
se convirtió en el
primer planetoide
artificial en
órbita alrededor del Sol.
Con su Pioneer 4, los norteamericano repitieron la
proeza, en
marzo de 1959. El
primer astronauta de la
historia, Yuri A. Gagarin, despegó el 12. 4. 61 de Tymur Atam (URSS), a
bordo del Vostok I, dio
una vuelta a la
Tierra y, 1
hora y 48 minutos
después, aterrizó en Seratov, a 740 km de Moscú. Los estadounidenses Shepard (5.5.61) y Grissom (21.7.61) realizaron
sendos vuelos suborbitales, en la Freedom 7 y Liberty
Bell 7,
respectivamente. El 6.8.61, G. Titov, a
bordo del Vostok II, efectuó 17, 5 órbitas terrestres; permaneció en el
espacio 25 horas y 18 minutos. El
primer norteamericano en
órbita, John Glenn, fue lanzado el 20.2.62 en la
cápsula Friendship 7; circunvaló
tres veces la
Tierra y, al
cabo de 4 horas y 56 minutos fue recuperado
con pleno éxito.
Tras los sucesivos lanzamientos de los estadounidenses Carpenter (24.5.62), Schirra (3.10.62) y
Cooper (15.5.63) y de los rusos Nikolaiev y Popovich (el
primero despegó el 11.8.62, a
bordo del Vostok III, el
segundo lo hizo al
día siguiente, en el Vostok IV y,
por primera vez, hubo dos naves simultáneamente en el espacio) y Bikovski, salió a las alturas espaciales la
primera mujer cosmonauta de la
historia, la rusa Valentina Tereskova, a
bordo del Vostok VI, que realizó 48 órbitas y permaneció en
vuelo casi tres días (70 horas y 50 minutos). El 18.3.65 tuvo
efecto el
primer paseo espacial: el ruso A. Leonov flotó en el
espacio durante diez minutos, convertido en
hombre satélite. Repitió
esa proeza,
tres meses
después, el norteamericano E. H. White. El
primer acoplamiento en el
espacio lo efectuaron, el 16. 3. 66, la
cápsula Géminis 8 y
un proyectil Agena. Neil
Armstrong y D. Scott tripulaban la
nave. Los proyectos norteamericanos Mercury,
Géminis y
Apolo,
cuyo objetivo era colocar al
hombre en nuestro
satélite,
se apuntaron
un buen tanto cuando, el 21.12.68, [sustantivo femenino]
Borman, W. Anders y J. Lovell, a
bordo del Apolo 8, orbitaron la
Luna y observaron
su cara oculta. El 14. 1. 69, la Soyuz IV, tripulada
por V. Shatalov, y la Soyuz V,
con Volynov, Krunov y Yeliseyev a
bordo, realizaron
un ensamblaje perfecto: Krunov y Yeliseyev transbordaron a la Soyuz IV, la
cual tomó
tierra el 17
enero,
con tres cosmonautas. La Soyuz V aterrizó al
día siguiente, ocupada
por Volynov. La
prueba demostró que
era posible colocar en
órbita una plataforma espacial. El 16.7.69, al
cabo de
un mes del ensayo general efectuado
por el
Apolo 10 y
sus tripulantes Stafford, Cernan y Young, el
Apolo 11, impulsado
por un gigantesco
cohete Saturno 5, despegó
rumbo a la
Luna. Iba tripulado
por Armstrong,
Collins y
Aldrin. El 19
del mismo mes, la
astronave entraba en
órbita selenítica. Al
día siguiente,
mientras Collins quedaba en la
cápsula,
Armstrong y
Aldrin descendieron en el
módulo de
exploración lunar y
se posaron en el
Mar de la
Tranquilidad. El
pie izquierdo de Neil
Armstrong pisaba
suelo lunar,
por primera vez en los
anales humanos, a las 3 horas y 56 minutos
del 21.7.69. El
día 24
del mismo mes, el
Apolo 11 amaraba en el Pacífico,
cumplida su misión. Los días 11, 12 y 13
octubre del mismo año, la URSS lanzó al
espacio,
respectivamente, la Soyuz VI (tripulada
por G. Shonin y Valery Kubasov), la Soyuz VII (con Filipchenki, Vol-kov y Gorbatko) y la Soyuz VIII (en la que iban Shatalov y Yeliseyev).
Durante seis días, las
tres astronaves recorrieron el
espacio y los
siete tripulantes realizaron diversos trabajos, incluida la soldadura
autógena.
Entre el 14 y el 24
noviembre 1969
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