carlismo [
car-lis-mo]
[sustantivo masculino]
Movimiento político y
social de
carácter reformista que
se desarrolló en
Gran Bretaña como expresión del descontento popular por la
crisis económica y
por la reforma
electoral conservadora de 1832, la
cual benefició exclusivamente a la
burguesía. Los principales dirigentes cartistas fueron Lovett,
fundador de la
Asociación de Trabajadores Londinenses, y O’Connor, dirigente
del partido de la “fuerza física”,
más radical. En 1838,
este movimiento se concretó en la
llamada Carta del pueblo (de
ahí el
nombre posterior de cartismo), que exigía el
sufragio universal, el
voto secreto, la elegibilidad de los
no propietarios, la
inmunidad parlamentaria y otros derechos democráticos. En 1839
se recogieron
un millón de firmas
para apoyar estas peticiones,
pero fueron rechazadas. Las huelgas y motines subsiguientes
no lograron resultados tangibles y en 1842
se redactó
una nueva Carta, suscrita
por 3 millones de firmas. El
movimiento se disoció de la
burguesía librecambista, y las oscilaciones de O’Connor acabaron
con su fuerza inicial;
se hundió, al
fin,
tras un último intento de
conseguir sus objetivos, en 1848. La
importancia del c. reside,
sobre todo, en
ser el
primer intento de la
clase obrera de organizarse en
un movimiento político.
[sustantivo masculino]
Tendencia y
doctrina política de los partidarios
del príncipe Carlos María Isidro de
Borbón,
hermano de Fernando VII y pretendiente al
trono de España. Tiene
su origen en el
pleito sucesorio que
se planteó al
morir Fernando VII y que enfrentó los partidarios de
su hija Isabel a los
del príncipe Carlos. En
realidad, las causas
más hondas eran, en el
plano político, la
pugna entre dos ideologías completamente opuestas: la de los defensores a
ultranza del Antiguo Régimen (llamados apostólicos) y la de los que propugnaban
una transformación liberal; en el sociológico,
se enfrentaban la
creciente burguesía, modificada
por el
impacto de la
revolución industrial, y el
mundo agrario; las medidas agrarias de los liberales, en
particular la
venta de los bienes comunales, tropezaron
con fuertes resistencias
entre los campesinos vascongados, en zonas
donde la
propiedad media estaba
muy extendida y las tierras comunales eran
un importante complemento de
una economía relativamente próspera.
Por otra parte, las tendencias centralizadoras significaban la
total desaparición de los derechos forales que algunas regiones mantenían. De
ahí que el
carlismo triunfara en regiones de
larga tradición autonomista (País
Vasco, Cataluña) y en medios rurales,
donde el
campesino veía en el
Estado burgués liberal un enemigo natural de
su forma tradicional de
vida. A
lo largo
del siglo XIX hubo
tres →guerras carlistas,
pero la restauración
borbónica (1874) y el
fracaso de la
tercera guerra (1876) alejaron
del carlismo a muchos de
sus partidarios.
Durante las
tres primeras décadas
del siglo XX, el
movimiento carlista se definió
como católico y tradicionalista (1919), sufrió importantes escisiones internas a
causa del naciente
nacionalismo vasco y,
con el
advenimiento de la II
República (1931),
se reunificó.
Durante la
guerra civil, el c. apoyó la
causa nacional y fue integrado en el
Movimiento,
junto con la
Falange y otras fuerzas políticas.
Después de la
guerra se produjo
una escisión entre los seguidores de Javier de Borbón-Parma y los de Juan de
Borbón,
hijo de
Alfonso XIII, en
quien consideran unidas las dos líneas borbónicas.
Con el
sucesor de Javier,
Carlos Hugo, la
ideología carlista ha evolucionado
hacia actitudes de
fuerte preocupación social, manteniendo
su tendencia original monárquica,
autonomista y profundamente
religiosa.
[sustantivo masculino]
Política de los partidarios
del príncipe Carlos María Isidro de
Borbón o de
sus descendientes.
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