¿Qué significa cráneo? (.NET)


cráneo [crá-ne-o]
(Esta palabra proviene del bajo latín cranĭum , y este del griego κρανίον, diminutivo de κράνος 'casco, yelmo').
(Ver también base del cráneo).

[sustantivo masculino] Conjunto de estructuras óseas que forma el esqueleto de la cabeza de los vertebrados; es tan característico de este grupo que su posesión separa a éstos de los cordados inferiores, que por carecer de c. se llaman también acranios. El c. envuelve y protege el encéfalo y sirve de sostén a los órganos sensoriales y a la boca, así como a la parte anterior de los aparatos digestivo y respiratorio. Consta de numerosos huesos, que son cuando menos 30 en algunos primates, y llegan a 180 en ciertos peces óseos. Su estructura es bastante compleja, pero tiene un gran interés desde el punto de vista morfológico, ya que permite valiosas conclusiones sobre el desarrollo y la evolución de los vertebrados; su estudio constituye uno de los elementos esenciales de la anatomía comparada. A partir de los datos obtenidos de los vertebrados fósiles primitivos, de las formas actuales, del desarrollo embrionario de las estructuras cefálicas y de la disposición de los vasos sanguíneos y nervios de la cabeza, puede comprenderse la relación entre las distintas partes del c. De acuerdo con estos datos, el c. puede considerarse dividido en una porción destinada a proteger el cerebro y los órganos sensoriales, que constituye el esqueleto cefálico propiamente dicho, y una porción formada por segmentos óseos, que constituye el esqueleto visceral o esplacnocráneo. Este último tiene la misión de sostener el aparato branquial en las formas inferiores, mientras que en los vertebrados superiores se atrofia parcialmente. También el esqueleto cefálico es en parte segmentario, pero esto no se aprecia de manera evidente. En su forma elemental, el sostén de la cabeza de los cordados se reduce al extremo anterior del notocordio; es el estadio que se aprecia en el anfioxo y en las primeras fases embrionarias de los vertebrados. Más tarde, a ambos lados del notocordio, aparecen dos varillas cartilaginosas, precedidas por otras dos situadas por delante de la cuerda dorsal, las llamadas trabéculas del c. Este conjunto acaba fusionándose para formar una placa cartilaginosa sobre la que reposa el encéfalo, al tiempo que los órganos sensoriales (ojos, oídos internos y órganos nasales) se rodean también de una capa protectora de cartílago, formando respectivamente las cápsulas ópticas, auditivas y nasales. Más tarde, los bordes de la placa craneal crecen hacia arriba, constituyendo unas paredes, que después se repliegan hacia adentro, dando lugar al techo del encéfalo, de manera que éste queda envuelto completamente, y soldado con las cápsulas sensoriales antes citadas. El conjunto cartilaginoso así formado constituye el llamado neurocráneo, y junto con el esplacnocráneo que sostiene los arcos branquiales, forma la totalidad del esqueleto de la cabeza en algunos vertebrados como los peces cartilaginosos (en los cuales se presenta esta condición, no por primitivismo, sino por simplificación secundaria). En los peces óseos aparece un tercer conjunto de huesos, que se forman en la piel a partir de las escamas dérmicas, y que constituyen un revestimiento del neurocráneo y de la parte anterior del esplacnocráneo. En los vertebrados superiores, estos huesos, a diferencia de los que componen los dos elementos ya descritos, que se originan a partir de nódulos cartilaginosos y por ello se llaman huesos de cartílago, se forman a partir del tejido conjuntivo de la dermis, y por ello reciben el nombre de huesos de membrana. El conjunto de los huesos de membrana de los vertebrados constituye el dermatocráneo, el tercer elemento del esqueleto de la cabeza. A lo largo de la evolución de los vertebrados, neurocráneo, esplacnocráneo y dermatocráneo se modifican notablemente, perdiendo elementos, fusionándose parcialmente entre , atrofiando alguna de sus partes, o, en fin, desplazándolas de su posición original. Estas modificaciones han sido máximas en el caso de los mamíferos, pero tomaremos como modelo un c. generalizado de este grupo por permitir una mejor comprensión de la evolución del c. humano. En los mamíferos, el neurocráneo ha quedado muy reducido, limitándose al suelo del c., concretamente a una parte de los huesos occipital, esfenoides, etmoides y temporal, huesos que pueden considerarse primitivos, y en los que se puede reconocer la naturaleza segmentaria del c. primitivo examinando los orificios que presentan para la entrada de los vasos sanguíneos y los nervios cerebrales. Otra parte del c., la mayor en extensión, deriva de los huesos de membrana que revestían el neurocráneo primitivo; es la integrada por toda la bóveda craneana y por la mayor parte de los huesos de la cara, así como por los que forman la mandíbula superior e inferior. Por último el esplacnocráneo sufre una evolución peculiar, de manera que los elementos óseos de los arcos branquiales posteriores se atrofian, dando lugar a los cartílagos laríngeos, al hueso hioides y a una pequeña porción del temporal. Los huesos que forman el tercer arco branquial, o hioideo, colaboran también a la formación del hioides, pero uno de sus elementos, el hiomandibular, originará el estribo del oído medio (columela). Por último los huesos del segundo arco branquial darán lugar a los cartílagos que forman el núcleo de las mandíbulas (y que luego desaparecen para ser sustituidos por los huesos de membrana que los revisten); de todos modos un elemento de dichos núcleos, el hueso cuadrado, persiste en la mandíbula superior, de donde pasará, con otros huesos de revestimiento, al oído medio para constituir el yunque. En los c. evolucionados no quedan restos del primer arco branquial, al que se supone homólogo de las trabéculas del c., y que, por tanto, se fusionaría precozmente con el suelo del neurocráneo. En el hombre es un conjunto de huesos, en forma de casquete, que contienen el encéfalo y se unen a través de articulaciones inmóviles, llamadas suturas. Presenta orificios para paso del aire y de los alimentos y posee cavidades para alojar los órganos de los sentidos. Los huesos que delimitan la cavidad craneal son: frontal, etmoides, esfenoides, occipital (impares), temporal y parietal (pares). Los que componen la cara son: nasal, lacrimal, cigomáticos, maxilares superiores e inferior, todos ellos pares. Más profundamente, se encuentran: vómer (impar) y palatinos y cornetes inferiores (pares).

[sustantivo masculino] Caja ósea en que está encerrado el encéfalo.


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