arabigoespañol [
a-ra-bi-go-es-pa-ñol]
[adjetivo] Relativo a árabes y españoles.
Se aplica especialmente al periodo en que los musulmanes permanecieron en España, y a
sus manifestaciones culturales.
- Literatura arabigoespañola Conjunto de obras escritas
por los musulmanes establecidos en España a
raíz de la
invasión árabe, quienes, en el
curso de
su larga permanencia en la
Península, cultivaron
toda clase de géneros,
desde el
ensayo histórico y geográfico
hasta la
poesía, pasando
por la
mística, la
filosofía, la
jurisprudencia, la
filología, la
biografía y el llamado
abad, que consiste en colecciones de consejos útiles, curiosidades de
todo tipo y artículos
más o
menos prácticos y didácticos.
Entre los filósofos descuellan Ibn Masarra, Ibn Hazm,
autor de
Las religiones y las sectas y
El collar de la paloma, Ibn Badjá o
Avempace, Ibn Tufayl, que,
con su El filósofo autodidacto, introdujo la
filosofía peripatética, y
Averroes. La
mística tiene
su principal representante en Ibn Arabí,
estudioso,
exegeta y
comentarista del Corán. Dentro de la
prosa, ocupan
lugar preeminente El libro de la escala de Mahoma, la
Historia universal, de Ibn Jaldun, y
entre las obras
del género abad, El collar único, de Ibn Abd Rabbihi, la
Lámpara de los príncipes, de Abu
Bakr,
El arrayán de los corazones, de Ibn al-Mawaini. La
poesía, que
ya gozaba de
espléndida tradición entre los árabes, floreció extraordinariamente en
tierra española,
protegida por los reyes y
cultivada por inspirados representantes: Al-Sarif al Taliq,
lírico de
gran sensibilidad y
notable riqueza metafórica; Al-Mutamid,
rey de Sevilla,
también lírico formidable; el
visir de
Granada, Ibn Zamrak, y Abu Isahq, Ibn Zaydun, Ibn Ammar de Silves, Ibn al-Labbana, Sumaysir, Ibn Jafacha, Ibn al-Zaqqaq, etc. Tantos años viviendo en la
Península no podían
por menos que
ejercer cierta influencia sobre los literatos musulmanes que,
por mucha tradición cultural que incidiese
sobre su obra,
no dejaban de moverse en
un ambiente occidental y rodeados
por un pueblo que empezaba
ya a expresarse en
romance castellano.
Donde más se patentizó
esa influencia fue en la
poesía popular surgida
junto a la
culta,
poesía del pueblo que, al
parecer, tuvo
su figura máxima en Muqaddam ibn Muafa, llamado “el
ciego de Cabra”,
quien, en el
siglo IX, transformó la
qasida oriental en
moaxaca y
zéjel, con estribillo, llamado
jarcha, donde se entremezclaban descaradamente los vocablos árabes y romances,
así como los términos dialectales espontáneos. El
más importante de los poetas zejelescos es Abén Quzmán,
cuyo estilo irónico,
desenfadado y populachero reflejaba
con acierto diversos aspectos de la
vida y costumbres de la
época.
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