apicultura [
a-pi-cul-tu-ra]
(Esta palabra proviene del latín apis, abeja, y -cultura).
[sustantivo femenino]
Cría y
cuidado de la
abeja común (Apis mellifica) con el
fin de
aprovechar los productos acumulados
por este animal (miel,
cera,
propóleos,
jalea real, etc. ). En
su forma elemental,
se practicaba
ya en la
prehistoria, y consistía en
buscar y
recoger la
miel silvestre.
Hoy las abejas
se crían a
escala a
menudo industrial, en colmenas
con panales móviles, montados en bastidores de
madera (colmenas movilistas), o
bien en colmenas clásicas, simples recipientes de
madera,
corcho,
barro, etc., en que
se aloja la
colonia de abejas. En
una colmena existen
tres castas, o tipos de abejas; la
reina,
cuya única misión es reproducirse y
perpetuar la
colonia,
ya que
se trata de la
única hembra fértil; los machos o zánganos
cuyo papel es
fecundar eventualmente a la
reina, y las obreras, hembras estériles que constituyen el
grueso de la
colonia y que llevan a
cabo todas las labores necesarias
para su mantenimiento. Los zánganos salen de la
colmena una vez al
año, acompañando a
una o
más reinas, y a
un cierto número de obreras, en el llamado
vuelo nupcial. Varios machos fecundan a
cada reina,
tras de
lo cual son abandonados y perecen,
pues no consiguen
volver a la
colmena. La
reina fecundada comienza a
poner huevos en las celdillas de
cría, depositando
uno en
cada celdilla; estos huevos originarán hembras
si han sido fecundados, y machos
si la
reina retiene
sin usar el
esperma alojado en
su cuerpo, de
manera que los zánganos proceden todos de huevos
sin fecundar.
Del huevo sale
una larva que es cuidada y alimentada
por las obreras,
primero mediante una secreción de glándulas especiales (jalea real), y
después con polen y
néctar. Las larvas que darán
lugar a reinas
son alimentadas exclusivamente
con jalea real durante todo su desarrollo, al
igual que la
reina adulta.
Cuando aparece la
primera nueva reina y sale de
su celdilla,
su primera labor es
matar al
resto de larvas en desarrollo que deberían convertirse en reinas;
no obstante,
no siempre acaba
con todas ellas,
por lo que
se ve obligada a
combatir más tarde,
bien con algunas de las reinas hermanas,
bien con la
vieja reina,
su madre. La
reina que
resulta vencida huye de la
colmena llevando
consigo un grupo numeroso de obreras, el
enjambre, que, finalmente,
forma una colonia independiente. Las abejas obreras llevan a
cabo toda la
labor de la colmena:
durante gran parte dé
su vida permanecen en ella, realizando diversos trabajos de
acuerdo con las necesidades de la
colonia (ventilación o
calefacción del recinto, limpieza,
defensa contra los intrusos,
alimentación de la
reina, de los zánganos y de las larvas,
almacenamiento de
polen y
miel,
cuidado de los huevos, etc. ). La
última o últimas semanas de
su vida emprenden
un trabajo más penoso, que las agota rápidamente, la
recolección de
néctar y de
polen. Transportan el
primero en el
buche y el
segundo en los cestillos especiales que tienen adosados a las patas posteriores. Al
llegar a la
colmena entregan el
botín a otras obreras y
les informan de
su procedencia mediante un curioso lenguaje,
ya dilucidado, consistente en movimientos periódicos, estímulos sonoros y olorosos y contactos de
tipo diverso. La
abeja obrera muere al
cabo de
un periodo que varía
entre uno y cuatro meses. El
hombre utiliza la
miel principalmente
para el
consumo directo,
ya que
se trata de
un alimento muy energético, consistente
casi exclusivamente en fructosa,
glucosa y
agua.
También se aprovechan la
jalea real y el
polen, principalmente en
cosmética y en
farmacia,
así como la
cera,
si bien hoy las colmenas suministran a las abejas panales
ya formados,
con cera o
parafina artificiales.
Pero la
mayor importancia de las abejas estriba en
su valor como agentes polinizadores, que hace recomendable el
situar colmenas
cerca de los
campos de determinadas plantas
con flores,
como las leguminosas forrajeras.
[sustantivo femenino]
Cría de abejas y
aprovechamiento de
sus productos.
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